lunes, 1 de abril de 2013

No me detengo ya: Textos sin numeración de Lipti-Lehniv




No me detengo ya
a contemplar las nubes
a pasear por el campo
a contar las horas
deshabitadas
o los días despeñados
en los vasos amarillentos
en las lunas amargas
en los pasillos del desván
donde juegan los niños
entre disfraces polvorientos
y el arpa rota y desvencijada.
Y allá en las playas perdidas,
como bien se olvida pronto,
hay varios crisantemos caídos
sobre los mármoles,
donde no llegó la inundación.
No me digas que no sufriste
que no lloraste
algunos días, algunas noches
mientras miramos la tormenta.
Estas lágrimas que no encuentran
su cauce, las palabras
su camino, su forma, el cuenco
que las contenga, las voces
que formen ecos. Ahora no sé bien
cómo volver a empezar
a sacar de lo olvidado, de lo perdido.
Por segunda vez aprenderé. Aprenderé.
Podrán engañar estas palabras,
como si fueran sinceras,
como si fueran confesión o desahogo,
y mientras yo me reiré
al ver los rostros extraños,
las preguntas - ¿qué dice?
¿a qué viene eso? ¿de qué habla?
¿todavía no…? – eso será la señal:
ya llegó la hora de empezar.
Damas y caballeros,
señores y señoras, empezamos…
En el escaparate, al público,
aquello que sólo se decía
de boca a oreja,
finalmente
será en el cubil, en la guarida,
donde restregaré mis heridas,
donde seré sanado,
donde me glorificarás. Eso: glorifícame,
mátame contigo, llévame lejos.
Hazme un cero a la izquierda,
déjame oculto.
Perdido en el olvido.


***


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