domingo, 14 de abril de 2013

Yo tenía una casa en Larantuka: opualah! (9): Lipti-Lehniv



9.


            Yo tenía una casa en Larantuka. Mi casa no era grande, era pequeña. No tenía grandes balconadas ni cerraduras de oro, pero tenía ventanas alegres y un jardincillo con flores. Por las tardes, nos sentábamos a la puerta de la casa: los niños jugaban a las canicas, las mujeres contaban historias, los hombres fumaban. Todos parecíamos estar esperando que ocurriera algo. Si un extraño nos hubiera visto, diría que vivíamos tristes, pues nunca ocurría nada. Pero no era cierto; sí que ocurría algo, ocurría a cada instante. El simple hecho de estar juntos, de estar unidos, eso ocurría: y para nosotros eso era el milagro.


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