domingo, 28 de abril de 2013

Lenguajes humanos: faltan de pasar (6): Lipti-Lehniv




Veo mi cara reflejada
en la cuchara:
la sopa me sabe salada;
a veces recuerdo tu rostro,
cuando estoy en la fábrica,
el día de tu nacimiento.
                                   Lenguajes humanos.
Cuando te veo llegar
pasadas las tres de la mañana,
sé que has vomitado,
que has fumado marihuana,
me pregunto en qué me equivoqué.
                                   Lenguajes humanos.
Me dicen en tu colegio
que no llegarás lejos,
que te afectó mucho la ausencia
de tu madre;
yo no puedo pensar en ti
todo lo que quiero,
porque me absorbe la fábrica
y tengo que estar atento a las medidas
del producto,
pero muchas veces,
como un relámpago,
                                   tu rostro se me aparece
entre los ingredientes
y la cadena de producción se detiene
por unos segundos.
                                   Lenguajes humanos.
Y me pregunto
en qué me equivoqué.
Sé que no soy ejemplar,
me lo demuestras cuando te ausentas
viendo la televisión a mi lado,
cuando no me diriges la palabra
si te acompaño al entrenamiento;
apago la luz y dejo el libro
cuando oigo la puerta
y sé que regresas:
los pantalones por las rodillas
y un gorro rojo en tu cabeza,
sé que has vomitado
y tu ropa huele a marihuana.
La cuchara refleja
mi rostro invertido
y cuando miro al tuyo,
al otro extremo de la mesa
antes de que surja la pregunta
                                   (¿en qué me he equivocado?)
sé que la sopa está salada
con mis lágrimas
y sé que tú no sientes
la sal en tu sopa;
miro de nuevo al plato
y recuerdo tu carita
el día de tu nacimiento:
“pásame el pan”,
y me pregunto
en qué me he equivocado.
                                   Lenguajes humanos.
No voy a decirte
que te quiero
porque te sentirías herido,
pensarías que te
trato como a un niño,
no pensarías nunca
que en realidad
soy yo quien necesito
decirlo, decírtelo,
necesito que me lo escuches,
que sepas que te quiero,
pero vuelvo a la sal
de mi sopa,
al plato, a tu carita
de recién nacido,
a la sirena de la fábrica,
donde me refugio
pensando en ti,
en que estarás sentado
en tu pupitre en la escuela,
haciendo números o
durmiendo
los vapores de tus vigilias.
                                   Lenguajes humanos.
Mientras la cadena de producción
se renueva
me apena pensar
que nunca
sabrás cuánto te quiero.
No sé en qué
me he equivocado,
que no soy un ejemplo
me lo muestras claramente
cuando caminas en silencio
y tú te adelantas unos pasos,
no dices nada,
pero sé que te avergüenzas de mí,
que no quieres que te vean
conmigo
tus conocidos,
y yo me dejo retrasar,
pensando en tu primer día de colegio,
cuando te llevaba de la mano
con tu mochila
y tu cuadernos,
y que no querías separarte
de mi lado.
                                   Hoy sé que no es así
y lloro en silencio,
sí, lloro;
los hombres lloramos
sobre un plato de sopa,
en la fábrica
o en la cama vacía y fría
por las noches.
                                   Y me pregunto en qué
me equivoqué.
                                   Lenguajes humanos.


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