lunes, 15 de abril de 2013

Refloreces mi interior devastado: opualah! (10): Lipti-Lehniv



10.


            Refloreces mi interior devastado, tu voz me llega a través de huesos secos. Sabes qué decirme y cómo decirlo, sabes callar. Hablas de cosas intrascendentes, del tiempo, y eres bálsamo para mi corazón herido. Sí, casi es para reírse, pensar en el valor curativo de tus palabras. Sin duda nadie se detendrá a pensarlo, parecerá una tontería. Cómo se van derramando los sonidos, con lentitud, engarzándose a mis oídos, deshaciéndose en mi interior, expandiéndose por mi cuerpo, calmando mi alma. Las palabras sobre nada, su musicalidad, su cadencia, el tono de tu voz, su dulce timbre. Los abismos insalvables de una palabra a otra, su fugacidad y el afán de perpetuidad una vez dentro. El compás de tu respiración, la música. Y parece ahondarse el tiempo cuando te escucho: el tiempo no existe, se hace presente y eterno. Así es tu voz cuando resuena en mi alma, cuando el eco de tus palabras me habita. ¿Y aún no entiendes por qué te extraño?


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