miércoles, 8 de octubre de 2014

Como si nunca hubiera existido fuera de tu presencia.


Caminaba despacio por la vieja plaza. El frío se colaba por entre su bufanda roja y la humedad de sus pies le hacía recordar la nieve recién pisada.
 
Silencio de cementerio entre la niebla helada. Solitario, el campanario se alzaba como un testigo mudo e impasible.
 
Cómo no recordar los días de verano, las tardes de brisa cálida, los besos,...
 
La juventud olvidada entre los cuadernos del colegio, los suspiros adolescentes con sabor casi a infancia, el amor puro que nunca lo fue, los desengaños, los bailes, los secretos en los paseos y las palabras al oído,...
 
Vivir aquí es morir. Vivir aquí es morir sin tenerte a mi lado, sin tu presencia. Y el dolor de tener que seguir viviendo. El desgranar de los días deseando la muerte, si es que la muerte pudiera acercarme a ti.
 
Los jubilados silenciosos apoyados en sus bastones nudosos. La vejez, el silencio, la muerte, el olvido.
 
El dolor placentero de tenerte por siempre, de poseer el recuerdo de tu paso por este mundo: la ensoñación constante de vivir en otro mundo contigo, porque sin ti, esto no puede llamarse "mundo". No concebir un mundo donde no existas, donde tu sonrisa no ilumine el fondo de la calle, allá arriba, más allá de la plaza, por entre la fuente y la estatua de la virgen. Un mundo en el que sobra todo, si estás tú en él.
 
Quiero escribirlo ahora, quiero escribirlo aquí: me muero esperando la hora de mi muerte.
 
La hora de mi muerte, de la fusión completa, del olvido absoluto de mi persona: como si nunca hubiera existido.
Como si nunca hubiera existido fuera de tu presencia.

https://www.youtube.com/watch?v=2Bb0k9HgQxc
 
 
 
 
 
 

lunes, 6 de octubre de 2014

Pliegues del cuerpo, pliegues del alma.


Pliegues del cuerpo,
pliegues del alma:

te me escondiste por un doblez
por un instante perdido en sosiego
por un vacío entre dos inspiraciones

pliegues del cuerpo,
pliegues del alma:

te me perdiste en mi rincón más oscuro
escabulléndote en los espacios solitarios
acechando desde olvidados abandonos

pliegues del cuerpo,
pliegues del alma:

tan ingenuo yo,
que jugaba a ser ingenuo,
tan mortal tú,
que jugabas a ser mortal

pliegues del cuerpo,
pliegues del alma:
plumas de cuervo,
llegas al alba....