sábado, 20 de abril de 2013

LA SILLA DE PIEDRA: faltan de pasar (2): Lipti-Lehniv



2. LA SILLA DE PIEDRA.

Minúsculas, brillantes, fugaces,
resplandecen en la silla de piedra,
al lado de los trigales, junto al río.
Lo gris se recubre de vegetal,
Blanco al sol, negruzco, multicolor.
El pesado respaldo y,
en su más profundo centro,
la espalda que encierra el animal herido;
asiento de piedra, trono,
inmóvil en el paisaje del recuerdo,
eterno en la memoria, en el olvido,
eterno. Pasarán
los días y los meses, los años
pasarán; las generaciones,
los hijos, los padres, los abuelos,
los amores, los frutos, las fuentes, pasarán
los buenos tiempos y los malos,
pasarán los pueblos, los nombres,
los recuerdos pasarán,
pero  permanecerá la silla de piedra,
el trono inmóvil, ausente en su pensamiento,
fijo, testigo mudo y confidente. Como
el bosque confidente, antes de la tala;
como el río, tras la sequía,
inmóvil. Arropado por el viento, por la lluvia
lavado, tostado con el trigal, marcado
por el frío. Silencioso, reflexivo, quieto, eterno.
El trono de piedra, portero del bosque.
Sentarse y esperar contigo,
en ti. Esperar sobre ti, ante ti, contra ti.
Esperar en tí y ser eterno contigo.
Fatuas, olvidadas, las gotas de lluvia
sobre el trono de piedra. Dentro está.


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