miércoles, 27 de febrero de 2013

Cuando fuimos eternos: CUADERNO DE LIPTI-LEHNIV (RIANGKEMIE TRAS LA LLUVIA) (11)


11.

            “Cuando fuimos eternos”. Así comenzó la última carta. Las manos como pájaros, escupiendo letras. En el sobre, una dirección apenas vista. Palabras y palabras, mientras en torno se poblaba la soledad. Llegaba el mediodía y los niños salían de la escuela, se oía el golpeteo de la máquina de escribir en la oficina, en el taller artesanal cercano las mujeres reían. Todo en torno así: vida fecunda. Y se desgranaban las palabras, y se desangraban: “hazme glorioso, vida mía, sueño, glorifícame con tu recuerdo en cada instante; parte tus besos entre tus hijos y yo, que te necesito más que nunca; sosténme en tu alma. Nadie conserva allá recuerdo alguno de mí, tan sólo tú. Nadie me escribe ya: tú sola eres la cadena irrompible que me ata a aquella tierra”. Dos niñas golpean la puerta y piden agua. Saltan, juegan, ríen, desordenan la casa de alegría y de luz y cuando salen, ve las alas en sus espaldas: no alas de pájaros, sino de mariposas tropicales, oro en bandadas, riadas de verdes y sueño. Sigue la máquina de escribir hiriendo el aire, le interrumpe esta blasfemia su liturgia epistolar. “Así es como voy muriendo acá, amor, ¿no lo notas?, ¿no sientes el palpitar de mis sienes enfermas en el latido de tu corazón cuando paseas con la pequeña por la playa? Sé que no debería decirte estas cosas, que te enfadas cuando te digo que te quiero o cuando te escribo “palabras bonitas”, como tú dices. El corazón terminado con la firma y con el sobre confidente, y la sensación estúpida (ha olvidado el sello), piensa en romper la carta. Después de todo, no la leerá.
            La oficina comienza a recogerse, el encargado le ve a través de la puerta abierta: los ojos cerrados, descansando, una carta en la mano derecha y el susurro como antífona: “cuando fuimos eternos, cuando fuimos eternos”. Las miradas que se encuentran y se saben, pues ambos lo comparten. Misma súplica en doble conciencia y recuerdo descompasado: glorifícame, por lo que más quieras, hazme eterno.


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