lunes, 18 de febrero de 2013

Ángel extraño: CUADERNO DE LIPTI-LEHNIV (RIANGKEMIE TRAS LA LLUVIA) (4)



4.
Ángel extraño.

            Ángel extraño que me rozas la frente con tus alas, sombra que desvela mis noches y torna mis días en iguales, no serás tú quien me confine al olvido y al silencio, no serás tú quien se aferre a mis tobillos para hundirme en el pantano, no es este grito sordo lo que busca mi memoria, ni el sonido de la lluvia en la naturaleza verde hasta la saciedad de estos contornos, entre mil te encontraré, entre diez mil, percibiré tu rostro entre el cortante brillo de luces multicolores bajo la esfera de cristal o la escalera de espejos y aunque, ángel extraño, te escabullas entre la multitud, te derrumbes y extingas tu cuerpo, te hagas nada, sabré reencontrar y releer las historias silenciadas en tus cenizas palpitantes, pues ya sé, ángel extraño, alguien me lo dijo, que la combustión de tu cuerpo no es sino un ardid que utilizas para liberarte de tus amantes, de aquellos que te persiguen bajo la nieve, arrastrándose por encharcadas escaleras hacia el fondo, hacia lo oculto en el calor de la tierra y es así, ángel extraño, como llegamos al final de nuestro destino, pues al final nos encontramos, encadenados los brazos y los pies encadenados, ambos encerrados en la misma jaula, cuántos más hay, veinte treinta cuarenta, pero entre todos destaca la aureola encarnada que te corre frente abajo bajo forma de sangre, esperando que nos llamen para arrastrar nuestras cadenas jaula afuera y preguntarnos si deseamos ver nuestra propia muerte nuestra propia trampa nuestrapo de lágrimas este que aquí ves, ángel extraño, sino la camisa del anterior ejecutado, ahora en qué piensas, ángel extraño, quizás en tus tres hijos o en los árboles de tu pueblo o en los ojos de tu madre o en tu primer beso o en la canción del trabajo o en tu noche oscura golpeada, ya se oyen los pasos, ya abren la puerta, ya salimos a la espesura más adentro, ya caminamos fuertes y fronteras, la luz cenicienta que nos ciega y es que ni el sol salió hoy para vernos culminar nuestros días como topos, bajo tierra, ciegos, mas no mudos, gritaremos hasta reventar, ángel extraño, no dejaremos que la tierra beba nuestra sangre sin que nos oiga, vamos, levántate, ya están aquí los pobres hombres que han de rompernos la vida, y así te sigo reconociendo, entre las decenas de compañeros de sangre, huelo tu aroma ángel extraño el mosto de granadas se nos niega.



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