martes, 7 de mayo de 2013

Mordazas (7): Revisitar Sangrazul




            Hay mordazas de tela, mordazas de cuero, mordazas de madera, mordazas de metal.
            Hay mordazas de tela fina, casi gasa; mordazas de tela basta, como de saco, que llevan tierra y sudor; mordazas de tela en jirones, arrancados de prendas de vestir o de ropa de cama; mordazas de tela mojada, empapada de lágrimas y de saliva; mordazas de tela con tela, que no dejan respirar.
            Hay mordazas de cuero basto, con olor a animal acorralado, a cacería; mordazas de cuero negro, para el dolor o para el placer; mordazas de cuero húmedo, para ajustarse cuando se secan; mordazas de tacto rasposo, que cubren toda la boca y parte del mentón.
            Hay mordazas de madera, aunque no se ven frecuentemente; pero no por ello dejan de ser menos mordazas y de cumplir su misión.
            Hay mordazas de metal frío, que se ajustan como un candado; mordazas de metal caliente, que silencian y queman el rostro; mordazas de metal afilado, cuyos clavos se hunden en el rostro; mordazas de metal herrumbroso, utilizadas para amordazar a muchos.
            Y junto a estas mordazas hay otras.
            Mordazas de olvido: no saber fecha ni hora, no recordar nombres ni rostros, no conocer lugares; no saberse, no recordarse, no conocerse.
            Mordazas de silencio: anular la vida para no ver la verdad, sepultar lo vivo tras una pared o bajo una lápida, callar los gritos para pensar que nunca existieron; anularse, sepultarse, callarse.
            Mordazas de muerte: cegar los ojos para no ver, cerrar la boca para no hablar, encadenar las manos para no tocar, tapar las orejas para no oír, detener los pies para no caminar; cegarse, cerrarse, encadenarse, taparse, detenerse.
            Mordazas de dentro, mordazas de fuera. Mordazas desde dentro, mordazas desde fuera.
            Elegir la mordaza, para pasar toda la vida intentando arrancársela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario