sábado, 15 de marzo de 2014

TELÉMACO Y SU PADRE (Y LA MADRE QUE LE PARIÓ) (A TELÉMACO)

 
Telémaco es un hombre joven que no conoce a su padre. El padre de Telémaco estaba más preocupado en adquirir gloria, luchando en batallas legendarias, que en ver crecer a su hijo y trabajar para su gente.
La madre de Telémaco ya casi no recordaba el rostro de su esposo, y vivía como una viuda: tejía tapices, se encerraba en sus habitaciones y pasaba el tiempo mirando el horizonte y llorando.
Los buitres no tardaron en llegar. Devoraban hacienda, paciencia y esperanza.
Telémaco optó por dejar a su madre encapsulada y partir a buscar noticias de un padre desconocido y ausente. Así quedó la madre: sin esposo y sin hijo, a merced de la jauría.
Cuando Telémaco regresa a su país (siempre aconsejado por los dioses) a la primera persona que encuentra es al pastor de cerdos de los rebaños de su padre. Este hombre no-noble ha permanecido allí toda su vida, y Telémaco piensa en si no hubiera sido mejor tener por padre a un porquerizo, en lugar de a un rey.
El pastor de cerdos sale al encuentro de Telémaco como el padre de la parábola al encuentro del hijo pródigo. Y con más amor si cabe, pues Telémaco es hijo único de su padre. Sólo cuando el porquerizo- padre postizo se ausenta, cae la máscara del padre verdadero y se oye el famoso (por otros motivos) (¿o por los mismos?): “Yo soy tu padre”.
Pero Telémaco no es ingenuo y dice “Tú no eres mi padre” (me niego tan siquiera a escribir el nombre del padre ausente: se merece un nombre ausente).
Concluyendo, que para “odisea” la de Telémaco, que ha tenido que crecer con un padre ausente y una madre en continua depresión. Un padre que lucha por el amor de otros hombres (y no por sus propios amores: su mujer y su hijo único), para que después la esposa raptada-ultrajada del amigo diga que es cosa de los dioses y vuelva a su casa. En fin.
 
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario