miércoles, 4 de septiembre de 2013
Aguas que fluyen hacia arriba
El agua que acostumbra a manar hacia abajo, corra hacia arriba. Esto es lo que ejemplifica el devenir de mi alma, que va cayendo como en picado, y que no puede remontar por mucho que lo intente.
Quizás precisamente en esto radique el dejarse amar por el Amado: en dejarse, ya que la propia voluntad no puede.
Mira aquí, pues, todas mis aguas derramándose, y no van hacia arriba, por cierto, sino hacia abajo; y no empapan la tierra para fecundarla y dar fruto, sino que se pierden para siempre.
Esto son aguas que fluyen hacia arriba.
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Ni arriba ni abajo. El agua fluye, y tú con ella, donde te requiera. No sabes dónde está la desembocadura y ahí está la gracia.
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