ACLARACIÓN.
Historia.
En el año 2002 vivía yo en
Indonesia. En el mes de noviembre, tras los brutales atentados de Kuta Beach,
me encontraba en Bali, a la espera de un avión que me devolviera a España. Fue
entonces, un caluroso martes, cuando, de vuelta a la pensión donde me
hospedaba, encontré el cuaderno.
Volvía de Gramedia. Había comprado
algunos libros de Pramoedya Ananta Toer en el mercado negro, ya que dos semanas
atrás un grupo de jóvenes fanáticos había quemado los libros de este autor y era
imposible conseguirlos en las librerías. Tras pasar un templo hindú sorteé
varias bolsas de basura, que se esparcían desparramadas por la acera. Algunos perros
vagabundos rebuscaban qué comer, cuando distinguí un cuaderno manuscrito. Al
acercarme a las bolsas pude reconocer algunas palabras en español (“Salieron los toros al valle”), por lo
que decidí asustar a los perros y rescatar el cuaderno. Sin mirarlos más, y
culpable como si hubiera cometido un delito atroz, metí el cuaderno en la bolsa
donde llevaba los libros de Pramoedya.
Poco sabía yo entonces que ese
cuaderno se convertiría en uno de mis más preciados tesoros. Han pasado más de
siete años y el cuaderno indonesio me ha acompañado allá donde he ido, y su
halo de misterio, de dolor y de poesía no dejan aún de sorprenderme.
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